Con la lluvia como protagonista, la novedad del regreso de G.I.T. y un buen concierto de Viejas Locas, el festival cordobés mostró su segundo acto.
Contrariamente a lo sucedido el día anterior, en la segunda jornada del Cosquín Rock 2010 el protagonismo no estuvo del lado del sol ni del calor sino de la lluvia. Desde horas tempranas de la tarde, la comuna del Lago San Roque fue sacudida por un temporal de granizo y viento, lo cual hacía preveer una jornada complicada desde lo climático. Así fue.
Bajo dichas condiciones, Ricardo Soulé y Vox Dei volvieron a los festivales masivos para revalidar viejos laureles y revivir sus eternas rencillas. En camarines, se observó un accionar áspero e incómodo de los otrora compañeros. Pasaron por al lado sin saludarse y se evitaron de manera tajante. “Vox Dei no es un solo hombre”, fueron las primeras palabras que pronunció Willie Quiroga cuando su banda aún no había ejecutado ni una sola nota.
Más allá de dichos enfrentamientos, en ambos sets coincidieron en algo: tocaron “Génesis”. Soulé se lució con un concierto corto pero efectivo y 100% cancionero, mientras que el hoy trío sacó a relucir su rock de epidermis dura, e incluyó “Del otro lado”, un adelanto de su próximo álbum que se titulará Archipiélago de Almas. En el medio de la batalla, El Bordo reveló las influencias que siempre tomaron del rock argentino y, apoyado por las banderas de su fanaticada, sonó ajustado y cumplió. Nada más.
El cuadro de situación se completaba con un cielo en constante estado de explosión y un escenario secundario que se calentaba al calor de las masas en el metal del Lethal y Tren Loco, a los que les siguieron las poderosas performances de Horcas, Logos y los nockeadores Sepultura. Vale aclarar que los amantes del reggae se quedaron con las ganas, dado que las tablas del Temático no soportaron el castigo del temporal y debieron ser clausuradas. Lastima. Habría sido un placer ver a exponentes como Fidel Nadal y Dread Mar-I en su mejor momento.
Con casi 22.000 almas de testigo, desde Rosario aterrizó Cielo Razzo, que campeó la tormenta con la efectividad de composiciones que se adhieren a la idea de lo popular sin caer en el clishé fiestero. Acto seguido y en lo que posiblemente será su último concierto (se rumorea que la banda se disuelve), los Gardelitos hicieron vibrar a la multitud y lamentaron la ausencia de Callejeros. No hacía falta. Las cientos de banderas con el logo CJS, ya lo habían hecho por ellos.
Así estamos… Un dicho que se podría esbozar cada vez que La 25 hace su aparición pública. Lo del combo futbolero-stone-rutero no se entiende. Siguen aferrados a la liturgia rollinga y no se apartan ni un centímetro de ella. Desde la vestimenta, hasta ciertos vicios insoportables de sonido, los de Quilmes no denotan ni el mínimo atisbo de inquietud artística y repiten la fórmula del rock barrial hasta transformarla en caricatura y slogan mal entendido. El crecimiento de su popularidad es tan confuso como la imagen argentina de Jagger con olor a pachuli, zapatillas Topper y jardinero.
Empuñando las mismas armas que supieron que supieron heredarles a este tipo de banda, Viejas Locas dispararon al corazón de la masa rocker cordobesa. Con Pity Alvarez controlado y predispuesto a dar un buen concierto, la agrupación de Piedrabuena descorchó 17 temas de su selección, en un show que tuvo en “Nena, me gustas así”, “Homero” (el cantante se luce cuando toma la guitarra acústica), “Eva” y “Lo artesanal” (con el Negro García López en carácter de invitado). La estocada final con “Intoxicado”, le puso el moño a un concierto infinitamente superior al del Velez de su regreso.
Cuando la noticia de que vuelve G.I.T. (será el show sorpresa del domingo) se propagaba como virus informático y el barro se hacía insostenible, Almafuerte fue una trompada. Si Ricardo Iorio se quedara callado y sólo se dedicara a interpretar temas como “1999”, “Eslabón perdido” y “Toro y pampa”, su histriónico luciría a gran escala y terminaría dejando una imagen mucho más gallarda. Así, el ex V8 le bajaba la persiana al segundo acto de la décima edición del Cosquín Rock.
Bajo dichas condiciones, Ricardo Soulé y Vox Dei volvieron a los festivales masivos para revalidar viejos laureles y revivir sus eternas rencillas. En camarines, se observó un accionar áspero e incómodo de los otrora compañeros. Pasaron por al lado sin saludarse y se evitaron de manera tajante. “Vox Dei no es un solo hombre”, fueron las primeras palabras que pronunció Willie Quiroga cuando su banda aún no había ejecutado ni una sola nota.
Más allá de dichos enfrentamientos, en ambos sets coincidieron en algo: tocaron “Génesis”. Soulé se lució con un concierto corto pero efectivo y 100% cancionero, mientras que el hoy trío sacó a relucir su rock de epidermis dura, e incluyó “Del otro lado”, un adelanto de su próximo álbum que se titulará Archipiélago de Almas. En el medio de la batalla, El Bordo reveló las influencias que siempre tomaron del rock argentino y, apoyado por las banderas de su fanaticada, sonó ajustado y cumplió. Nada más.
El cuadro de situación se completaba con un cielo en constante estado de explosión y un escenario secundario que se calentaba al calor de las masas en el metal del Lethal y Tren Loco, a los que les siguieron las poderosas performances de Horcas, Logos y los nockeadores Sepultura. Vale aclarar que los amantes del reggae se quedaron con las ganas, dado que las tablas del Temático no soportaron el castigo del temporal y debieron ser clausuradas. Lastima. Habría sido un placer ver a exponentes como Fidel Nadal y Dread Mar-I en su mejor momento.
Con casi 22.000 almas de testigo, desde Rosario aterrizó Cielo Razzo, que campeó la tormenta con la efectividad de composiciones que se adhieren a la idea de lo popular sin caer en el clishé fiestero. Acto seguido y en lo que posiblemente será su último concierto (se rumorea que la banda se disuelve), los Gardelitos hicieron vibrar a la multitud y lamentaron la ausencia de Callejeros. No hacía falta. Las cientos de banderas con el logo CJS, ya lo habían hecho por ellos.
Así estamos… Un dicho que se podría esbozar cada vez que La 25 hace su aparición pública. Lo del combo futbolero-stone-rutero no se entiende. Siguen aferrados a la liturgia rollinga y no se apartan ni un centímetro de ella. Desde la vestimenta, hasta ciertos vicios insoportables de sonido, los de Quilmes no denotan ni el mínimo atisbo de inquietud artística y repiten la fórmula del rock barrial hasta transformarla en caricatura y slogan mal entendido. El crecimiento de su popularidad es tan confuso como la imagen argentina de Jagger con olor a pachuli, zapatillas Topper y jardinero.
Empuñando las mismas armas que supieron que supieron heredarles a este tipo de banda, Viejas Locas dispararon al corazón de la masa rocker cordobesa. Con Pity Alvarez controlado y predispuesto a dar un buen concierto, la agrupación de Piedrabuena descorchó 17 temas de su selección, en un show que tuvo en “Nena, me gustas así”, “Homero” (el cantante se luce cuando toma la guitarra acústica), “Eva” y “Lo artesanal” (con el Negro García López en carácter de invitado). La estocada final con “Intoxicado”, le puso el moño a un concierto infinitamente superior al del Velez de su regreso.
Cuando la noticia de que vuelve G.I.T. (será el show sorpresa del domingo) se propagaba como virus informático y el barro se hacía insostenible, Almafuerte fue una trompada. Si Ricardo Iorio se quedara callado y sólo se dedicara a interpretar temas como “1999”, “Eslabón perdido” y “Toro y pampa”, su histriónico luciría a gran escala y terminaría dejando una imagen mucho más gallarda. Así, el ex V8 le bajaba la persiana al segundo acto de la décima edición del Cosquín Rock.
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